cold cotton

Hemos tenido que esperar que entrara la primavera para poder ver algo de nieve por Madrid. Asustados un poco por la Semana Santa (que es grande en la mayoría de España), nos quedamos en casa esperando otras oportunidades (mejor temperatura y más obesidad en la caja de caudales) para viajar a sitios interesantes. Lo que sí es verdad es que nos hemos dado nuestras buenas comilonas: 2 comidas familiares, 2 cenas con amigos y una comida de raclette en Navacerrada.

Ahora vuelve la rutina y la amenaza de la oposición sigue ahí, a comienzos del verano como un monstruo gordo que se avanza comiendo los meses y me mira con malicia. A mí se me pasan los días todos iguales y cuando los demás no trabajan alrededor de mí (como hoy, que toda mi familia está en casa), me pongo de malas pulgas y me dan ganas de mandarlos a paseo. Mientras, hago que estudio y no puedo dejar de hacer listas de cosas que quiero hacer:

1. Viajes cortos: Bilbao, San Sebastián, Yuste, Barcelona, escapada a Canarias, Sevilla...
2. Viajes largos: Escocia, Bélgica, Suecia, Alemania, Argentina, quizás Roma...
3. Hacer una lista de todas las cosas que me gustaban de pequeña y me alegro tanto de recordar de repente.
4. Aprender a coser bien.
5. Hacer un bote para lápices gigante.
6. Acabar la bufanda que empecé para Groilés al principio del invierno.
7. Hacer un poco de deporte.
8. Ir a patinar.
9. Intentar cortarme el pelo (no yo misma, sino en la peluquería, odio ir).
10. Dejar de hacer lecturas superficiales de todo: no puedo evitar seleccionar párrafos y frases dentro de ellos, como un ahorro de energía para no leerme algo muy aburrido.
    

Y luego están mis consejos mentales, esos intentos de mejorarme constantemente, sobre los que vuelvo una y otra vez cuando algo me preocupa, no los pongo aquí, porque esto se convertiría en un blog de auto ayuda y tendría que borrarlo y lobotomizarme.
La verdad es que me doy cuenta de que todos nos aislamos de nuestra conciencia de existencia con los problemas cotidianos, llevo años evitando pensar en la muerte, cambiándola con mi conciencia por problemas superfluos que variaban y se repetían en mi vida para quitarme de en medio el problema de pensar en lo que verdaderamente es una cuestión por resolver. Cada uno tiene sus laberintos personales, su bolita de mierda de escarabajo pelotero, su inocencia marchita y su obstinación por diminutos asuntos estúpidos, como una amiga de la adolescencia que se empeñaba en tapar una cicatriz de su muñeca porque pensaba que todo el mundo pensaba que era lo más desagradable que iba a ver en su vida.
El otro día, un personaje del libro que estoy leyendo ahora, decía que la mayoría de la gente percibe las sensaciones que producen en los demás, como demasiado extremas, pensando que un día el mundo se inclina ante ellos y al siguiente claman por su destrone. Es verdad que pensar de esta manera es de lo más ridícula y de lo más común. Triste de vida de personas grises que no viven hacia dentro sino hacia fuera (entre los que por supuesto, me incluyo).

Bueno, para desengrasar un poquejo, pincho algunas fotos de la nieve de este fin de semana.