Cuando un gato piensa

Cuando un gato piensa, no se mueve ni una brizna de hierba,
todo es inerte, estático,
todo está por suceder.

Si yo miro a un gato cuando puiensa
(en cualquier cosa, sus sensaciones, sus ganas,
su hambre de bolitas trituradas),
si yo lo miro
me crecen almohadillas en las palmas de las manos
se me agudiza el oído y se me aviva el olfato.

Yo lo observo y me convierto en piedra,
en enredadera que quiere enrojecer con el otoño.
Guardo en un bolsillo todas mis preocupaciones,
la música de discoteca que resuena en los coches
con las ventanas bajadas,
los disgustos del pasado y los miedos del futuro,
los arrugo, me los como y luego los escupo... y me río...
soy un gato.

Hay miles de voces llamándonos a todos por nuestro nombre,
por un apelativo cariñoso.
Quieren apartarnos de la delicia de observar,
quieren ofrecernos una hipoteca,
o vendernos un coche caro.
Nos enseñan fotos nuestras, de boda,
disfrazados.
Hay que seguir el camino, y reír.
Sonreír con astucia, recibiendo la lluvia,
contentos, sin más,
como el gato que espera.

2 comentarios:

Groilés dijo...

Está precioso! Le has dado mucha vida con la acuarela.

Ignatius J. Reilly+Quijote=Yo dijo...

Una pintura preciosa, y unas líneas magníficas.