Secuenciados



















4-08-2005

Los días se escapan dejando sabores raros.
Un personaje difuso en el espejo, que como siempre, quiere conocer las respuestas a las preguntas de alambre que encarcelan la vida.
Hay un poeta que dice algo como:
Nunca sabes ni has podido saber como advertencia,
pero la inconsciencia se ceba en estos agujeros del manto de lo real.

Y mientras, aparte del cerebro, ando con los pies.
Y a veces retrocedo, reviso los pasillos de una cárcel
en la que habito bajo la condición del tercer grado.

Pienso en la vida y todo me parece un poco irreal. Que la gente se case, que se vaya a vivir fuera de su casa, que trabajen y tengan una vida... me da la sensación de que es mentira, que ocultan algo. Parece ser que es lo que toca... y que se hace más por eso que por otra causa. Me voy a comprar un coche, estoy pagando una hipoteca... y luego ¿Qué queda? Voy a tener un niño, busco guardería, cuantos disgustos, no llego a fin de mes, el niño no cuenta nada a donde irá y por qué vuelve tan tarde, vámonos ahora de viaje que los chicos son mayores, me han dicho que es benigno, pobre qué desgracia, cuántos años tenía, ya estoy muy mayor para eso, quiero morir sin sufrir, por favor doctor no se corte con la morfina.

Parece que en la mayoría de los casos siempre se repite la misma secuencia. . . ¿Todos nos queremos morir así? ¿Qué nos diferencia a unos de otros?

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