Rebelión mental

Amanece más mansamente cada día, como anuncio de llegada de las camisetas y las sandalias en los cuerpos de la gente.

Permanece el entorno permanentemente agobiado intentando que le dejen vivir en su terreno, el que todos dibujamos de niños y a ninguno nos permiten habitar.

Los perros se ríen tranquilamente de los macarras que pasan por la calle, no entienden las exhibiciones de fuerza como algo preventivo.

En los cerebros tendemos a encerrar ideas absolutas de la gente y de las cosas, haciendo así instrucciones resumidas de la vida, guía de uso rápido para ser feliz o estar amortiguado por la rutina de cada día.

A mí me agobia la rueda de hamster y los descansos para comer pipas. Por eso intento escaparme, meter los ojos hacia dentro y estar de repente en otro sitio. Me alegra domesticar a la gente y a los gatos y a los lobos, a base de tiempo esfuerzos demostrativos (como los artículos), que son como escardar el campo y abrir caminos en el mar de hielo para que pasen los barcos.

Hay gente que aparentemente no se preocupa por nada metafísico, en cambio otros nos pasamos la vida dando forma a la escultura amorfa que nos consideramos, puliendo aquí, tallando un poco el otro lado. Miramos las partes que nos han dejado satisfechos y tapamos las que no pudimos acabar de modelar. Se supone que todo está programado en nuestra vida de hormigas, que a cada uno le corresponde su insecto compañero… ¿o era justamente al contrario? Que todo es fruto de la casualidad y el caos. No lo recuerdo.

Mientras reviso las teorías, permanezco aquí sentada (engordando mis posaderas), sintiendo el pensamiento romano que sin querer heredamos muchos españoles: la adoración a los dioses lares, el sentimiento de continuidad de una familia, de vivencias distintas con rasgos que se repiten a lo largo de seres que cuentan historias a sus hijos para permanecer de alguna manera.

Y florecen las mimosas, y los cerezos. Crece la hierba replantada en el jardín.
Es tiempo de vacaciones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Plas, plas!!

Si crece la hierba replantada, es que hay futuro...

FelpAelástica dijo...

¡Gracias!

Siempre que se siembra algo hay que esperar que crezca, si no ¿por qué lo haríamos?

Anónimo dijo...

Claro, claro, pero como ya avisó Cantiflas, hay que tener cuidado, porque también hay otro tipo de hierbas, las hierbas silvestres...

Ah, y casi me olvidaba de los baobabs de aquel pequeño asteroide, y de la hierba del peyote de Don Juan...