LA RAREZA QUE NOS HACE IGUALES
¿Qué es el hombre si lo único que hace en su vida es comer y dormir?
Qué somos si no una pieza de un molde defectuoso, en cuyo defecto radica su verdadero y único valor; como un sello impreso al revés, o una moneda con dos caras.
Si esto es así, debemos buscar nuestro defecto, nuestra rareza que nos hace lo que somos y que nos diferencia del rebaño -y la diferencia es hermana de la libertad-; esa pequeña manía que si contásemos al mundo se nos tildaría de locos.
He aquí la mía:
El otro día andaba por una calle cerca de mi trabajo y me vi a mi mismo encarado al sol, con los ojos cerrados, sintiendo una suave brisa en mi cara y con una sonrisa en mi boca.
Entonces supe que esa era mi rareza, ser feliz sintiendo el tenue candor del sol y el suave toque del viento directamente en mi cara. Viento y sol. En ese momento, rodeado de edificios, coches, bancos y ovejas me sentí libre, me sentí feliz.
Todos tenemos nuestra rareza.
Ojalá conozca a mil personas como estas en el futuro; con mil rarezas que les hagan iguales a mí.
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